La Iglesia en España vivió este
acontecimiento como una fuerte experiencia de fe, un regalo del Espíritu y un
renovado Pentecostés.
Desde el inicio, el Congreso se
diseñó no como un evento que se celebrase en un fin de semana sino como un
proceso que moviese a la comunión y a la dinamización de la pastoral con el
laicado en España. Este proceso contaba con tres fases: el Precongreso, el Congreso
y el Poscongreso.
Celebradas las dos primeras es
necesario llevar adelante la tercera, el POSCONGRESO, que es la fase en que nos
encontramos actualmente y que abre una etapa nueva en continuidad con las fases anteriores.
Esta nueva etapa tiene como objetivo
favorecer la acogida de los contenidos del Congreso en nuestras realidades
diocesanas, comunidades parroquiales, movimientos, asociaciones y grupos.
Un camino que tendrá como pilares la
sinodalidad y el discernimiento, y que consistirá en ir profundizando, en los
próximos años, en los cuatro itinerarios que han marcado la senda recorrida: Primer
Anuncio, Acompañamiento, Procesos Formativos y Presencia en la Vida Pública, para ir concretándolos en proyectos que respondan, lo mejor
posible, a las distintas necesidades evangelizadoras que surgen en nuestras realidades eclesiales.
Los cristianos, y especialmente los cristianos laicos, tenemos mucho que aportar y es importante tomar conciencia de ello. Todo depende de los caminos que tomemos, a nivel personal y comunitario, para ser, como Iglesia, Sacramento de Salvación en el mundo.
Ánimo y adelante!
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